Abasi se levantó, se sentó, hizo todas las cosas superiores, todas las cosas inferiores, el agua, el bosque, el río, las fuentes, los animales del bosque; hizo toda clase de cosas en el mundo entero.
No hizo al hombre; todos los hombres vivían arriba con Abasi. En aquel momento, no existía ningún hombre en le mundo; no había mas que los animales del bosque, los peces que viven en el agua, las aves que vemos volar en el aire y muchos otros seres que no parece necesario enumerar. Pero el hombre no existía en el mundo: todos vivían en el exilio con Abasi en su ciudad: cuando Abasi se sentaba y comía, ellos se unían a él y Atai pronunciaba sus palabras.
Al fin, Atai lo llamó; él respondió y ella le dijo:
- La situación tal como está no es muy buena; posees la tierra que existe aquí; posees el cielo que ellos habitan; has hecho un lugar entero para estar y, si no colocas allí al hombre, no está bien. Busca un medio de colocar al hombre en la tierra para que viva allí y encienda el fuego, de modo que el cielo sea cálido, pues hace un frío considerable porque no existe ningún fuego en la tierra.
